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En medio de la cita de mi última vacuna contra el COVID-19 el año pasado, la planificación de algunos proyectos para clientes, un par de series que no había logrado terminar en Netflix y un sinnúmero de distractores más que no logro evitar, mi cabeza tuvo un pequeño “campito” para acordarse de una película que hasta la fecha no sé por qué volvió a mí, pero que sin duda me ayudará a llevarle por este texto, esperando sin duda que pueda mostrarle un creativo o una creativa que aún vive en usted.

Esa película del año 1995 y dirigida por Brad Silberling es “Casper” (Gasparín). Una cinta que siempre logra transportarme a una parte muy linda de mi infancia y que a su vez me recuerda cuán creativa era nuestra mente en esas etapas de vida.

Qué montón de conversaciones mágicas tuvimos con nuestros amigos(as) imaginarios, cuantas veces derrotamos al “1,2,3…queso”, qué difícil era correr para poder tocar el “ten” o esa primera contraseña atrevida llamada “cortis” que nos hacía paralizar todo lo que ocurría en el ambiente. Cuántos timbres habrán sido tocados sin poder hacer un solo reclamo.

Una parte de mi vida que me enseñó a ni siquiera pensar en la famosa caja esa que nos venden los gurús de cuanta cosa ahora existe, que me tildó de arriesgado por jugar fútbol hasta altas horas de la noche sabiendo que me esperaba en casa mi madre con papel periódico para colocármelo en la espalda; remedio mágico para no resfriarse – decía.

Una niñez marcada por la dicha de la amistad sincera, real, auténtica. De juegos con colores de todo tipo. De lugares mágicos, con olores diversos. Con mañanas de bicicletas y quedó congelado y tardes de lluvia con libros que me hicieron empezar a amar las aventuras y la montaña.

No había tantos carros en la calle. El grito de “upe” para la mejenga, el “mami, ¿puedo salir a jugar?” de las vacaciones de medio y fin de año. El escondido que creo que a más de uno todavía lo están buscando en su lugar preferido para escaparse de todo. Los  trompos que rompían aceras. Los yoyos que se dormían en manos con ganas de adrenalina. ¡Qué épocas más hermosas!

Pero si algo me demostró ese momento de mi existencia, es que nuestra mente viaja a una velocidad diferente y acá, frente a mi computadora, pienso en cómo los años, no en todos los casos ni en todas las personas, van derrotando neuronas cual dominó perturbado. Y además pienso en cómo esos años me regalaron la oportunidad de formar bases creativas que quizá, hoy usted que tiene oportunidad de leer esto, vaya a concordar conmigo en que son fundamentales en su quehacer diario como líder.

¡Empecemos!

  1. “Mario Bros” en vida: ahora que está de moda Mario Bros, el juego de vídeo más icónico de todos los tiempos (muchos dirán que no, pero qué más da) podría creerme si le cuento que yo volvía a ver las montañas desde mi barrio en Tibás y añoraba llegar en un dos por tres ahí arriba. ¿Y cómo? La respuesta estaba en las tapas de las alcantarillas en media calle. Mi mente creaba, igual que el juego de vídeo, espacios en donde podía meterme por ahí para crear túneles especiales y llegar hasta la cima. ¡Veme el nivel de aceleración mental a los 7 años!

Por eso usted cómo líder: ¿se está enfocando tanto en romper paradigmas cuando ni siquiera puede levantar tapas y poner a volar su imaginación?

2. Pruebe y desarme: la película “Casper” tiene escenas que me marcaron a nivel creativo. Máquinas que salen de un charco gigante en medio de una cueva, pócimas especiales creadas quien sabe de que líquido, un castillo con múltiples pasillos secretos, paredes que se movían, tubos de ensayo y libros por doquier. Para mi eso es un paraíso de creatividad.

¿Cuáles son esos pasillos secretos que tiene en su empresa para hacer que sus equipos sean más plenos y emocionalmente más sólidos? ¿Hace cuánto no prueba en sus equipos empresariales procesos que dejen legado y marquen tendencia? ¿Hace cuánto en su organización no “desarman” mentes y dejan a sus “personas adultas”, que fueron niños y niñas creativas, fluir en medio de este caos virtual que experimentamos desde hace casi dos años?

3. Cree un juego nuevo: ¿se atrevería a soltar ese esquema y esas fórmulas mágicas que tiene desde hace mucho que no le impulsan positivamente y pondría a su liderazgo a crear un juego innovador que abra brecha e inspire?

Lo lindo de volver a ver para atrás es que los sustos ya nos hicieron saltar y ahora los reímos y los abrazamos. Por ello, no puedo imaginar un elemento más necesario que la creatividad en nuestras organizaciones.

Esa llama de potencia, inspiración, compromiso y dinamismo que nos devuelve a esas aventuras de 6, 7 y 8 años de edad. Que nos refresca el alma en momentos virtuales donde la angustia y la ansiedad ya se nos hicieron amigas. Que nos alimenta el sueño, nos agrega valor y contenido a cada palabra que damos, a cada acción que tomamos, a cada proceso nuevo que enrumbamos.

¿Cuál es esa tapa que tiene que levantar? Si la levanta, ¿qué cree que vaya a descubrir o imaginar? Si lo que descubre le inspira y lo invita a inspirar, por ahí es la ruta.

En Innervoice podemos apoyarle a trabajar en sus equipos el pensamiento creativo, a través de talleres de técnicas creativas y marcos como Design Thinking,  para regresar a ese estado infantil de la mente, a esa maravillosa capacidad de asombro y de convicción de que las cosas son posibles.

 ¡Qué le vuele su imaginación!

Pablo Mastroeni Camacho, Agile HR

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